Es una sustancia producida por una bacteria que actúa relajando la musculatura del rostro, eliminando o atenuando las líneas de expresión y arrugas, dando un aspecto naturalmente rejuvenecido al rostro.
Se sugiere a partir de los 30 años de edad, pero se puede aplicar desde cuando comiencen a aparecer las primeras líneas de expresión.
Las líneas de expresión de la frente, el entrecejo y las patas de gallo.
El procedimiento es mínimamente invasivo, ambulatorio y rápido. Consiste en la inyección a dosis muy bajas, con una aguja muy fina y pequeña de forma superficial en la zona a tratar. Es prácticamente indoloro, mediante la aplicación previa de anestesia en crema o hielo en la zona.
Luego de la sesión de aplicación de la toxina, el paciente debe venir a un control a los 15 días para retocar de ser necesario.
Depende de la zona del rostro que se trate y de las características musculares del paciente. En general, lo ideal es aplicarla cada 6 meses las primeras sesiones, luego puede aplicarse cada 8-10 meses, finalmente una vez al año como mantenimiento.
La toxina comienza a hacer efecto al tercer día, lográndose el efecto máximo a los 15 días. Su duración es de entre 3 y 6 meses, lo que depende de la zona y del paciente.
Pequeños hematomas (moretones) que desaparecen en el transcurso de días y que se ocultan con el maquillaje.
Embarazo, pacientes tratados con anticoagulantes o que padecen coagulopatías y alérgicos a la toxina botulínica (alergia al huevo).